Nace en Orihuela (Alicante) el 6 de marzo de 1940 y fallece en Valencia el 15 de febrero de 2015. El Bachiller lo hace en los jesuitas de Orihuela. Comienza estudios de Medicina en la facultad de Valencia hasta el tercer año. Es en las clases de Anatomía donde dibujando la disección de cadáveres se despierta su vocación artística. Abandona los estudios de Medicina y se matricula en 1963 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. En 1967 obtiene la Beca de Paisaje de la Fundación Rodríguez Acosta en Granada. Durante su formación realiza numerosos viajes a Francia, Alemania e Italia para completar su formación. En 1972 empieza su labor docente en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Orihuela hasta que en 1983 obtiene la plaza en la Escuela homóloga de Valencia, actualmente la Escuela de Artes y Superior de Diseño. El año 1982 es nombrado Académico de la Academia Pontzen de Ciencias, Artes y Letras de Nápoles (Italia). Destaca también su inquietud literaria escribiendo 2 libros de Poesía con ilustraciones propias “Libro de los buenos amores” y “Efluvios” publicados en la editorial Sactema. Desde que descubre su vocación hasta su muerte se dedica con pasión a la pintura.
Características de la obra.
Así define el crítico Raul Chavarrí su obra: “La mayoría de los cuadros van dedicados a reflejar la violencia, la agresión, la desalmada competencia entre los seres humanos y el sentido de absoluta inconsecuencia que su esfuerzo ofrece. En este sentido, géneros y modalidades de pintar son revisados con cuidadosa atención, y entre ellos el desnudo, que ofrece dos versiones: por un lado, incapaz de moderar su dominio de la pintura como vehículo de belleza, surge en su obra un desnudo cargado de sinceridad y de nobleza, de armonía y de contenido equilibrado. Pero, por otra parte, al denunciar al ser humano, más próximo que nunca al animal, Bellod denuncia la inconsciencia de la carne vencida, el reflejo que las pasiones y las vilezas dejan sobre los cuerpos y es en esta medida, en la que se expresa como un gran moralista, como uno de los apologistas más importantes de la pintura de nuestro tiempo. El color diferente preside una plástica totalmente distinta, en la que asistimos a una escena que parece narrada en las fronteras de un extraño. crepúsculo: grises, pardos y ocres, que son como nuevas adaptaciones de los colores que formaban la paleta tradicional de nuestros barrocos, establecen los límites de una peculiar sinfonía plástica en la que una nube cargada de tristeza parece evadirnos la presencia multicolor de las cosas.”